viernes, 1 de agosto de 2008

Lecturas Dominicales, 3 de agosto de 2008

XVIII Domingo del Tiempo Ordinario

Primera Lectura
Isaías 55, 1-3

Lectura del libro del profeta Isaías
Esto dice el Señor:
"Todos ustedes, los que tienen sed, vengan por agua;
y los que no tienen dinero, vengan, tomen trigo y coman; tomen vino y leche sin pagar.
¿Por qué gastar el dinero en lo que no es pan
y el salario, en lo que no alimenta?
Escúchenme atentos y comerán bien,
saborearán platillos sustanciosos.
Préstenme atención, vengan a mí, escúchenme y vivirán. Sellaré con ustedes una alianza perpetua,
cumpliré las promesas que hice a David".

Segunda Lectura
Romanos 8, 35.37-39

Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los romanos,

Hermanos:
¿Qué cosa podrá apartarnos del amor
con que nos ama Cristo?
¿Las tribulaciones? ¿Las angustias? ¿La persecución? ¿El hambre? ¿La desnudez? ¿El peligro? ¿La espada?
Ciertamente de todo esto salimos más que victoriosos, gracias a aquel que nos ha amado;
pues estoy convencido de que ni la muerte ni la vida,
ni los ángeles ni los demonios, ni el presente ni el futuro, ni los poderes de este mundo,
ni lo alto ni lo bajo, ni creatura alguna
podrá apartarnos del amor que nos ha manifestado Dios en Cristo Jesús.

Evangelio
Mateo 13,44-52

Lectura del santo Evangelio según san Mateo,

En aquel tiempo, al enterarse Jesús de la muerte de Juan el Bautista,
subió a una barca y se dirigió a un lugar apartado y solitario. Al saberlo la gente, lo siguió por tierra desde los pueblos. Cuando Jesús desembarcó, vio aquella muchedumbre,
se compadeció de ella y curó a los enfermos.
Como ya se hacía tarde, se acercaron sus discípulos a decirle: "Estamos en despoblado y empieza a oscurecer.
Despide a la gente para que vayan a los caseríos
y compren algo de comer".
Pero Jesús les replicó: "No hace falta que vayan. Denles ustedes de comer".
Ellos le contestaron:
"No tenemos aquí más que cinco panes y dos pescados". Él les dijo: "Tráiganmelos".
Luego mandó que la gente se sentara sobre el pasto. Tomó los cinco panes y los dos pescados,
y mirando al cielo, pronunció una bendición,
partió los panes y se los dio a los discípulos
para que los distribuyeran a la gente. Todos comieron hasta saciarse,
y con los pedazos que habían sobrado, se llenaron doce canastos.
Los que comieron eran unos cinco mil hombres, sin contar a las mujeres y a los niños.

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