viernes, 8 de agosto de 2008

Lecturas Dominicales, 10 de agosto de 2008

XIX Domingo del Tiempo Ordinario

Primera Lectura

1 Reyes 19, 9. 11-13

Lectura del primer libro de los Reyes,

Al llegar al monte de Dios, el Horeb,

el profeta Elías entró en una cueva y permaneció allí.

El Señor le dijo: "Sal de la cueva y quédate en el monte

para ver al Señor, porque el Señor va a pasar".

Así lo hizo Elías, y al acercarse el Señor, vino primero un viento huracanado,

que partía las montañas y resquebrajaba las rocas;

pero el Señor no estaba en el viento. Se produjo después un terremoto;

pero el Señor no estaba en el terremoto.

Luego vino un fuego; pero el Señor no estaba en el fuego. Después del fuego se escuchó el murmullo de una brisa suave. Al oírlo, Elías se cubrió el rostro con el manto

y salió a la entrada de la cueva.

Segunda Lectura

Romanos 9, 1-5

Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los romanos,

Hermanos:

Les hablo con toda verdad en Cristo; no miento.

Mi conciencia me atestigua, con la luz del Espíritu Santo,

que tengo una infinita tristeza y un dolor incesante

tortura mi corazón.

Hasta aceptaría verme separado de Cristo,

si esto fuera para bien de mis hermanos,

los de mi raza y de mi sangre,

los israelitas, a quienes pertenecen la adopción filial, la gloria, la alianza, la ley, el culto y las promesas. Ellos son descendientes de los patriarcas;

y de su raza, según la carne, nació Cristo,

el cual está por encima de todo

y es Dios bendito por los siglos de los siglos. Amén.

Evangelio

Mateo 14,22—33

Lectura del santo Evangelio según san Mateo,

En aquel tiempo, inmediatamente después

de la multiplicación de los panes,

Jesús hizo que sus discípulos subieran a la barca

y se dirigieran a la otra orilla, mientras él despedía a la gente. Después de despedirla, subió al monte a 'solas para orar.

Llegada la noche, estaba él solo allí.

Entretanto, la barca iba ya muy lejos de la costa

y las olas la sacudían, porque el viento era contrario.

A la madrugada, Jesús fue hacia ellos, caminando sobre el agua. Los discípulos, al verlo andar sobre el agua,

se espantaron y decían:

"¡Es un fantasma!" Y daban gritos de terror.

Pero Jesús les dijo enseguida:

"Tranquilícense y no teman. Soy yo".

Entonces le dijo Pedro:

"Señor, si eres tú, mándame ir a ti caminando sobre el agua". Jesús le contestó: "Ven".

Pedro bajó de la barca y comenzó a caminar sobre el agua hacia Jesús;

pero al sentir la fuerza del viento, le entró miedo,

comenzó a hundirse y gritó: "¡Sálvame Señor!" Inmediatamente Jesús le tendió la mano, lo sostuvo y le dijo: "Hombre de poca fe, ¿por qué dudaste?"

En cuanto subieron a la barca, el viento se calmó.

Los que estaban en la barca se postraron ante Jesús, diciendo: "Verdaderamente tú eres el Hijo de Dios".

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