viernes, 29 de agosto de 2008

Lecturas Dominicales, 31 de agosto de 2008

XXI Domingo Tiempo Ordinario

Primera Lectura
Jeremías 20,7-9

Lectura del libro del profeta Jeremías,

Me sedujiste, Señor, y me dejé seducir;
fuiste más fuerte que yo y me venciste.
He sido el hazmerreír de todos; día tras día se burlan de mí. Desde que comencé a hablar,
he tenido que anunciar a gritos violencia y destrucción. Por anunciar la palabra del Señor,
me he convertido en objeto de oprobio y de burla todo el día. He llegado a decirme:
"Ya no me acordaré del Señor ni hablaré más en su nombre". Pero había en mí como un fuego ardiente,
encerrado en mis huesos;
yo me esforzaba por contenerlo y no podía.

Segunda Lectura
Romanos 12,1.-2

Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los romanos,

Hermanos:
Por la misericordia que Dios les ha manifestado,
los exhorto a que se ofrezcan ustedes mismos
como una ofrenda viva, santa y agradable a Dios,
porque en esto consiste el verdadero culto.
No se dejen transformar por los criterios de este mundo, sino dejen que una nueva manera de pensar
los transforme internamente,
para que sepan distinguir cuál es la voluntad de Dios, es decir, lo que es bueno, lo que le agrada, lo perfecto.

Evangelio
Mateo 16,21-27

Lectura del santo Evangelio según san Mateo,

En aquel tiempo,
comenzó Jesús a anunciar a sus discípulos
que tenía que ir a Jerusalén
para padecer allí mucho de parte de los ancianos,
de los sumos sacerdotes y de los escribas;
que tenía que ser condenado a muerte y resucitar al tercer día. Pedro se lo llevó aparte y trató de disuadirlo, diciéndole:
"No lo permita Dios, Señor. Eso no te puede suceder a ti". Pero Jesús se volvió a Pedro y le dijo:
"¡Apártate de mí, Satanás, y no intentes hacerme
tropezar en mi camino,
porque tu modo de pensar no es el de Dios,
sino el de los hombres!"
Luego Jesús dijo a sus discípulos:
"El que quiera venir conmigo, que renuncie a sí mismo,
que tome su cruz y me siga.
Pues el que quiera salvar su vida, la perderá;
pero el que pierda su vida por mí, la encontrará.
¿De qué le sirve a uno ganar el mundo entero, si pierde su vida? iY qué podrá dar uno a cambio para recobrarla?
Porque el Hijo del hombre ha de venir
rodeado de la gloria de su Padre, en compañía de sus ángeles,
y entonces le dará a cada uno lo que merecen sus obras".

viernes, 22 de agosto de 2008

Lecturas Dominicales, 24 de agosto de 2008

XXI Domingo del Tiempo Ordinario

Primera Lectura

Isaías 22,19-23

Lectura del libro del profeta Isaías,

Esto dice el Señor a Sebná, mayordomo de palacio:

"Te echaré de tu puesto y te destituiré de tu cargo.

Aquel mismo día llamaré a mi siervo,

a Eleacín, el hijo de Elcías;

le vestiré tu túnica, le ceñiré tu banda

y le traspasaré tus poderes.

Será un padre para los habitantes de Jerusalén

y para la casa de Judá.

Pondré la llave del palacio de David sobre su hombro.

Lo que él abra, nadie lo cerrará; lo que él cierre, nadie lo abrirá. Lo fijaré como un clavo en muro firme

y será un trono de gloria para la casa de su padre".

Segunda Lectura

Romanos 11,33-36

Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los romanos,

¡Qué inmensa y rica es la sabiduría y la ciencia de Dios! ¡Qué impenetrables son sus designios

e incomprensibles sus caminos!

¡Quién ha conocido jamás el pensamiento del Señor o ha llegado a ser su consejero?

¿Quién ha podido darle algo primero,

para que Dios se lo tenga que pagar?

En efecto, todo proviene de Dios,

todo ha sido hecho por él y todo está orientado hacia él. A él la gloria por los siglos de los siglos. Amén.

Evangelio

Mateo 16,13-20

Lectura del santo Evangelio según san Mateo,

En aquel tiempo, cuando llegó Jesús a la región

de Cesarea de Filipo,

hizo esta pregunta a sus discípulos:

"¿ Quién dice la gente que es el Hijo del hombre?"

Ellos le respondieron:

"Unos dicen que eres Juan el Bautista; otros, que Elías; otros, que Jeremías o alguno de los profetas".

Luego les preguntó: "Y ustedes, ¿quién dicen que soy yo?" Simón Pedro tomó la palabra y le dijo:

"Tú eres el Mesías, el Hijo de Dios vivo".

Jesús le dijo entonces:

"¡Dichoso tú, Simón, hijo de Juan,

porque esto no te lo ha revelado ningún hombre,

sino mi Padre, que está en los cielos!

Y yo te digo a ti que tú eres Pedro

y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia.

Los poderes del infierno no prevalecerán sobre ella.

Yo te daré las llaves del Reino de los cielos;

todo lo que ates en la tierra quedará atado en el cielo,

y todo lo que desates en la tierra quedará desatado en el cielo". Y les ordenó a sus discípulos que no dijeran a nadie

que él era el Mesías.

domingo, 17 de agosto de 2008

Lecturas Dominicales, 17 de agosto de 2008

Primera Lectura
Isaías 56,1 .6 -7

Lectura del libro del profeta Isaías,

Esto dice el Señor:
"Velen por los derechos de los demás, 
practiquen la justicia, 
porque mi salvación está a punto de llegar
y mi justicia a punto de manifestarse.
A los extranjeros que se han adherido al Señor para servirlo, 
amarlo y darle culto,
a los que guardan el sábado sin profanarlo
y se mantienen fieles a mi alianza,
los conduciré a mi monte santo
y los llenaré de alegría en mi casa de oración.
Sus holocaustos y sacrificios serán gratos en mi altar,
porque mi casa será casa de oración para todos los pueblos".

Segunda Lectura
Romanos 11,13-15.29-32

Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los romanos,

Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los romanos,

Hermanos:
Tengo algo que decirles a ustedes, 
los que no son judíos, 
y trato de desempeñar lo mejor posible este ministerio. 
Pero esto lo hago también para ver si provoco
los celos de los de mi raza
y logro salvar a algunos de ellos.
Pues, si su rechazo ha sido reconciliación para el mundo, 
¿qué no será su reintegración, sino resurrección
de entre los muertos?
Porque Dios no se arrepiente de sus dones ni de su elección. 
Así como ustedes antes eran rebeldes contra Dios
y ahora han alcanzado su misericordia con ocasión de la rebeldía de los judíos,
en la misma forma, los judíos, que ahora son los rebeldes
y que fueron la ocasión de que ustedes alcanzaran la misericordia de Dios, 
también ellos la alcanzarán. 
En efecto, Dios ha permitido que todos cayéramos
en la rebeldía,
para manifestarnos a todos su misericordia.

Evangelio
Mateo Mateo 15,21-28

Lectura del santo Evangelio según san Mateo,

En aquel tiempo, 
Jesús se retiró a la comarca de Tiro y Sidón. 
Entonces una mujer cananea le salió al encuentro
y se puso a gritar:
"Señor, hijo de David, ten compasión de mí.
Mi hija está terriblemente atormentada por un demonio". 
Jesús no le contestó una sola palabra;
pero los discípulos se acercaron y le rogaban:
"Atiéndela, porque viene gritando detrás de nosotros". 
Él les contestó:
"Yo no he sido enviado sino a las ovejas descarriadas de la casa de Israel".
Ella se acercó entonces a Jesús, 
y postrada ante él, le dijo: "¡Señor, ayúdame!"
Él le respondió:
"No está bien quitarles el pan a los hijos para echárselo a los perritos".
Pero ella replicó:
"Es cierto, Señor;
pero también los perritos se comen las migajas que caen de la mesa de sus amos".
Entonces jesús le respondió:
"Mujer, ¡qué grande es tu fe! 
Que se cumpla lo que deseas".
Y en aquel mismo instante quedó curada su hija.

viernes, 8 de agosto de 2008

Lecturas Dominicales, 10 de agosto de 2008

XIX Domingo del Tiempo Ordinario

Primera Lectura

1 Reyes 19, 9. 11-13

Lectura del primer libro de los Reyes,

Al llegar al monte de Dios, el Horeb,

el profeta Elías entró en una cueva y permaneció allí.

El Señor le dijo: "Sal de la cueva y quédate en el monte

para ver al Señor, porque el Señor va a pasar".

Así lo hizo Elías, y al acercarse el Señor, vino primero un viento huracanado,

que partía las montañas y resquebrajaba las rocas;

pero el Señor no estaba en el viento. Se produjo después un terremoto;

pero el Señor no estaba en el terremoto.

Luego vino un fuego; pero el Señor no estaba en el fuego. Después del fuego se escuchó el murmullo de una brisa suave. Al oírlo, Elías se cubrió el rostro con el manto

y salió a la entrada de la cueva.

Segunda Lectura

Romanos 9, 1-5

Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los romanos,

Hermanos:

Les hablo con toda verdad en Cristo; no miento.

Mi conciencia me atestigua, con la luz del Espíritu Santo,

que tengo una infinita tristeza y un dolor incesante

tortura mi corazón.

Hasta aceptaría verme separado de Cristo,

si esto fuera para bien de mis hermanos,

los de mi raza y de mi sangre,

los israelitas, a quienes pertenecen la adopción filial, la gloria, la alianza, la ley, el culto y las promesas. Ellos son descendientes de los patriarcas;

y de su raza, según la carne, nació Cristo,

el cual está por encima de todo

y es Dios bendito por los siglos de los siglos. Amén.

Evangelio

Mateo 14,22—33

Lectura del santo Evangelio según san Mateo,

En aquel tiempo, inmediatamente después

de la multiplicación de los panes,

Jesús hizo que sus discípulos subieran a la barca

y se dirigieran a la otra orilla, mientras él despedía a la gente. Después de despedirla, subió al monte a 'solas para orar.

Llegada la noche, estaba él solo allí.

Entretanto, la barca iba ya muy lejos de la costa

y las olas la sacudían, porque el viento era contrario.

A la madrugada, Jesús fue hacia ellos, caminando sobre el agua. Los discípulos, al verlo andar sobre el agua,

se espantaron y decían:

"¡Es un fantasma!" Y daban gritos de terror.

Pero Jesús les dijo enseguida:

"Tranquilícense y no teman. Soy yo".

Entonces le dijo Pedro:

"Señor, si eres tú, mándame ir a ti caminando sobre el agua". Jesús le contestó: "Ven".

Pedro bajó de la barca y comenzó a caminar sobre el agua hacia Jesús;

pero al sentir la fuerza del viento, le entró miedo,

comenzó a hundirse y gritó: "¡Sálvame Señor!" Inmediatamente Jesús le tendió la mano, lo sostuvo y le dijo: "Hombre de poca fe, ¿por qué dudaste?"

En cuanto subieron a la barca, el viento se calmó.

Los que estaban en la barca se postraron ante Jesús, diciendo: "Verdaderamente tú eres el Hijo de Dios".

viernes, 1 de agosto de 2008

Lecturas Dominicales, 3 de agosto de 2008

XVIII Domingo del Tiempo Ordinario

Primera Lectura
Isaías 55, 1-3

Lectura del libro del profeta Isaías
Esto dice el Señor:
"Todos ustedes, los que tienen sed, vengan por agua;
y los que no tienen dinero, vengan, tomen trigo y coman; tomen vino y leche sin pagar.
¿Por qué gastar el dinero en lo que no es pan
y el salario, en lo que no alimenta?
Escúchenme atentos y comerán bien,
saborearán platillos sustanciosos.
Préstenme atención, vengan a mí, escúchenme y vivirán. Sellaré con ustedes una alianza perpetua,
cumpliré las promesas que hice a David".

Segunda Lectura
Romanos 8, 35.37-39

Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los romanos,

Hermanos:
¿Qué cosa podrá apartarnos del amor
con que nos ama Cristo?
¿Las tribulaciones? ¿Las angustias? ¿La persecución? ¿El hambre? ¿La desnudez? ¿El peligro? ¿La espada?
Ciertamente de todo esto salimos más que victoriosos, gracias a aquel que nos ha amado;
pues estoy convencido de que ni la muerte ni la vida,
ni los ángeles ni los demonios, ni el presente ni el futuro, ni los poderes de este mundo,
ni lo alto ni lo bajo, ni creatura alguna
podrá apartarnos del amor que nos ha manifestado Dios en Cristo Jesús.

Evangelio
Mateo 13,44-52

Lectura del santo Evangelio según san Mateo,

En aquel tiempo, al enterarse Jesús de la muerte de Juan el Bautista,
subió a una barca y se dirigió a un lugar apartado y solitario. Al saberlo la gente, lo siguió por tierra desde los pueblos. Cuando Jesús desembarcó, vio aquella muchedumbre,
se compadeció de ella y curó a los enfermos.
Como ya se hacía tarde, se acercaron sus discípulos a decirle: "Estamos en despoblado y empieza a oscurecer.
Despide a la gente para que vayan a los caseríos
y compren algo de comer".
Pero Jesús les replicó: "No hace falta que vayan. Denles ustedes de comer".
Ellos le contestaron:
"No tenemos aquí más que cinco panes y dos pescados". Él les dijo: "Tráiganmelos".
Luego mandó que la gente se sentara sobre el pasto. Tomó los cinco panes y los dos pescados,
y mirando al cielo, pronunció una bendición,
partió los panes y se los dio a los discípulos
para que los distribuyeran a la gente. Todos comieron hasta saciarse,
y con los pedazos que habían sobrado, se llenaron doce canastos.
Los que comieron eran unos cinco mil hombres, sin contar a las mujeres y a los niños.